17 ene 2011

El cementerio de Praga, UMBERTO ECO

La última obra del ensayista y novelista italiano, Umberto Eco, ha provocado todo tipo de reacciones. Lo hizo conduciendo al lector tras fray Guillermo de Baskerville en “El nombre de la rosa” y, treinta años más tarde, ha vuelto a conseguirlo con el capitán Simone Simonini.
“El cementerio de Praga”, ejemplo de madurez literaria, con una riqueza de escenarios (Turín, Munich, Sicilia, París…) que atiende al desfile de una camarilla histórica es, sintéticamente, una loa al mundo de la apariencia y la impostura. El piamontés Simonini, educado entre padres jesuitas, verá la herencia de su abuelo en manos del notario falsificador Rebaudengo. Trabajando para él, irá aprendiendo las artes de un oficio corrupto que le irán trazando el nuevo camino a seguir. Recuperados los bienes de su abuelo, Simonini comenzará sus negociaciones con personajes bien posicionados que acaban siendo pasto de su propia empresa. No conformándose con la simple adulteración del documento, Simonini se aprovechará de las carencias en la difusión de publicaciones propias de la época. Así, inspirándose en los folletines de Sue y Dumas, irá reconstruyendo un imaginario Informe del Cementerio de Praga, en cuyas hojas quedará transcrita una conspiración judía cuyo propósito es conquistar el mundo. A lo largo del libro irá vendiendo el Informe a distintas esferas de poder, adulterando la historia y provocando brotes de odio que acaban en persecuciones corroídas en las cloacas parisinas.   
Sin embargo, Simonini no estará solo en su cabildeo. Se verá acompañado de la misteriosa narración del abate Dalla Piccola, hermano de una logia francesa, que irá puntualizando la historia del capitán. Es esta la renovación de Umberto Eco. La creación de dos niveles en la trama de “El cementerio de Praga” hace ineludible una tabla de relaciones que se adjunta al final del libro y que responde a las exigencias de un lector excesivamente puntilloso (nota: como hace constar Eco en las "Inútiles aclaraciones eruditas"). La genialidad llega hasta el punto de personalizar al misterio, llamándolo Mystère, para mezclarlo con el uso de un Narrador que Eco sitúa al ras del lector. Tan confundido como él. 
La lectura, en forma de diario, queda amenizada con numerosas referencias iconográficas que relucen rostro y contexto a lo que se va narrando. También se encontrarán referencias culinarias como consecuencia del gusto de Dalla Piccola por la buena cocina (acqua cotta, bagna caöda…). Por supuesto, nadie se resistirá a la pluma del autor: logias, masones, judíos, jesuitas, fourieristas, protestantes, brassardiers; todos y cada uno de ellos acamparán a sus anchas exponiendo sus vicios y licencias.   
Quizá fuera esta la razón que ha llevado a Umberto Eco a remover el mundo eclesiástico. Su crítica al antisemitismo y a la exacerbación religiosa no ha sentado bien a la Santa Sede. El propio autor, en la entrevista publicada por el periódico “EL MUNDO” (13/12/2010) bajo el titular El Vaticano ha hecho que venda 100.000 ejemplares más, manifestaba no entender cómo de una obra como ésta, con un protagonista tan antipático, se hayan vendido ya en mi país 600.000 ejemplares. A lo mejor se han vuelto todos locos, puede ser. Votan a Berlusconi.


En su edición española,
“El cementerio de Praga” viene acompañado
de un pequeño volumen en el que Umberto Eco
exporta abiertamente su agudeza
en la construcción del enemigo.
Un aperitivo de una historia 
capaz de ofrecer muchas similitudes
con los sucesos actuales.

1 comentario:

Turno_Mañana dijo...

Me lo compré pensando que sería algo así como El nombre de la rosa. No me di cuenta que como bien dices esta es una escritura madura de un escritor ya consolidado. Me aburrió sobre todo al principio cuando cuenta la historia de Simone pero hay que reconocer que es una narrativa que se sale de lo común y enfocada al lector intelectual.