13 dic 2010

Franklyn

Largometraje que impacienta al espectador al ver pasar los minutos de una trama que sigue entretejiendo hilos en lugar de resolverse. El director y guionista Gerald McMorrow no sólo ha intentado crear dos mundos paralelos sino que se ha valido del cruce de personajes sin aparente relación para complicar un argumento que ha resultado primerizo. Se pretende la empatía del espectador recurriendo a figuras emblemáticas de otras producciones. Uno de los personajes de “Franklyn” se valdrá de su máscara fantasmagórica para traspasar la actualidad y llegar a una ciudad imaginaria. No consigue, por ende, ajustarse al tipo de filme dirigido a un público sagaz que agradece los galimatías argumentales.
Calificada de thriller fantástico, “Franklyn” comienza cuando el personaje Jonathan Preest (Ryan Phillippe) anuncia que esa noche matará a un hombre. Conducirá al espectador por los caminos de Meanwhile City, un espacio que permite localizar a sus habitantes acudiendo al Centro de Registros de Fe. Entre todo este fervor religioso, Preest no sólo se presentará como el único no creyente de la ciudad sino que se sentirá en la obligación de investigar la religión Duplex Ride. La única información que se da al respecto es el nombre del líder, El Individuo, quien parece haber asesinado años atrás a una joven cliente de Preest.
Aterrizando en el Londres real, se desplegarán en la gran pantalla diversas historias. La de Emilia (Eva Green), estudiante de arte que decide convertirse en protagonista de su particular proyecto de suicidio. La de Milo (Sam Riley), quien rescatará una visión infantil para reencontrarse con su alma gemela Sally. Por último, la de Peter Esser (Bernard Hill) en la búsqueda desesperada de su hijo David que resulta ser el personaje de Jonathan Preest.
La línea imaginaria empieza a desvanecerse a medida que los personajes van coincidiendo, a pesar de que Gerald McMorrow otorgue al mismo actor un doble papel según se sitúe en el mundo ficticio de Preest o en el mundo real. Sucede con Emilia/Sally (Eva Green) y con el doctor/pastor (James Faulkner). Un final laxo, tras 98 minutos, sin destacar sobre el nudo.   

1 comentario:

Paulina dijo...

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