15 sept 2010

Salvando las distancias

Una de las razones por las que alguien decide ir al cine podría ser en busca de nuevas sensaciones; objetivo complicado cuando estamos ante una comedia romántica de aquellas que es mejor ver una tarde de domingo lluvioso en casa antes que en la gran pantalla. Sin embargo, siembre alberga la esperanza de que este género trillado por los estadounidenses pueda llegar a sorprender. Pues bien, NO es el caso de Salvando las distancias.


Nos encontramos con el clásico argumento de chico (Justin Long como Garrett) conoce a chica (Drew Barrymore como Erin) en un bar neoyorquino. El sexo se convierte en llamadas y citas diarias hasta enamorarse. Cuando Erin tiene que regresar a su ciudad natal, San Francisco, la pareja se dará cuenta de que tendrá que sobrellevar el peso de una relación a distancia.
Por tanto, se sigue el viejo arquetipo pero adaptado al nuevo siglo. La facilidad con la que una persona puede viajar actualmente y establecer su vida en diferentes puntos del globo hace que hayan crecido las relaciones a distancia. Quienes las hayan sufrido seguro que se sentirán identificados con algunas de las escenas: aeropuertos, despedidas, llamadas con diferencia horaria, escalas, viajes de reencuentro, celos, incertidumbre…
Además, el perfil de los dos protagonistas es también muy común. Drew Barrymore representa a la nueva treintañera sin trabajo que hace prácticas de verano en un periódico donde finalmente no será contratada. Por su parte, Justin Long trabajará en una compañía discográfica, con la que no compartirá la elección de nuevas estrellas en base a intereses mercantilistas, para pagar un piso de alquiler compartido. Los amigos de Garrett aportan las escasas notas de humor: Box (Jason Sudeikis) y Dan (Charlie Day). La película va transcurriendo hasta que la pareja no puede más con la situación y decide buscar una solución. Tras idas y venidas, rupturas y reconciliaciones, encontrarán una salida para continuar con la relación sin renunciar a su propia vida.

En definitiva, la película no descubre nada al espectador. Falta de originalidad y recursos, recurrirá a uno de los clásicos televisivos Friends (capítulo 3º de la décima temporada) en el que Ross se somete a un bronceado artificial. La copia que intenta el personaje de Garrett en la película no consigue arrancar la risa esperada. Unos 102 minutos que pasan sin pena ni gloria.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por avisar que estamos ante otra americanada de domingo.Elegiré ver este fin de semana El Americano.

Memrac dijo...

Ciertamente se veía venir con Drew Barrimore a la cabeza y el título. Pero como a veces cometemos el error de meternos en ese tipo de películas porque, si, a veces te sorprenden, supongo que es de agradecer el aviso.
¡Que terrible!